sábado, 7 de marzo de 2009

Un oficio inmortal...


Esto no es poesía, Profesora, y usted ya sabe de lo que hablaré, pero está esencialmente sostenido por eso que usted sabrá reconocer... y que no es otra cos a que la verdadera "docencia", la que mi Madre me enseñó a fuerza de verla "vivir" y la que Usted junto a otros durante el camino, me hicieron recordar y agradecer.



A María Delia Cabral, y en ella a todos los docentes de la historia.

En este post, luego de algún tiempo de ausencia, y retornando en nuestro país los alumnos a las instituciones educativas de todos los niveles... he releído un Trabajo que constituyó nuestra evaluación final en la materia Pedagogía, la primera que felizmente hemos cursado quienes estamos cumpliendo el curso de Profesorado en Ciencias Jurídicas que otorga la Universidad Nacional del Nordeste a través de su Facultad de Humanidades, con sede en Resistencia, Chaco.

Además de las impresiones personales que han sido muchas y gratas, de ese primer "trimestre" en el curso, en esta oportunidad dejaré caer por aquí unos segmentos de ese trabajo final que, he de decirlo - fiel a mi estilo- nos ha merecido una excelente nota, pero además de eso, y a pesar de su formato y contenido más bien académico que no erudito, creo que expresa cosas que son importantes de expresar.

Aquí algunos segmentos que organizaré tras los tres tópicos que fueron la consigna de trabajo de esa presentación final.

1) Pedagogía Post Tradicional y persistencia de las Tradiciones.

Hemos despreciado al hombre de pensamiento simbólico (1) y hemos devastado luego al hombre número, al hombre ciencia, al hombre de la razón. Sería hora de establecer las políticas de gobierno precisas y revolucionarias que de una vez comprendan y consideren al hombre cuerpo, espíritu y razón, dotándole de un “dispositivo” de enseñanza que se corresponda con sus talentos, particularidades y necesidades, al tiempo que lo muna de las armas justas para enfrentar con dignidad los embistes de la mercantilización de la vida humana.
Es el desafío de volver a nuestros ancestros, – como el Hijo Pródigo de la parábola bíblica – y rehacer los caminos que ya son otros, munidos de ciencia, tecnología y razón, pero con la humildad del hijo, del iniciado, del novato, que sabe desde siempre que nada en su propia vida tendría sentido si no hubieran sido anteriormente cultivados los suelos que pisan sus pies; y esperan justamente ser revivificados y renovados por su fuerza joven.

(1)El mito “constituye el modelo mismo de la mediación de lo Eterno en lo Temporal”. Durand citado por Philippe Meirieu. (Meirieu:1998)

2) El carácter político del Trabajo Pedagógico

El transmitir saberes es un acto de poder. La educación en sentido y métodos moderna, a la cual asistimos en su agotamiento y/o transmutación cumple precisamente una función “de gobierno” al formar determinado tipo de “hombre” para un determinado tipo de “sociedad”. Cuando los fundamentos, causas y situaciones conexas de esa sociedad, decaen, se alteran o modifican; ese “hombre” que era tal en función a dicha sociedad, pierde su sentido y se genera un quiebre fundamental en el sistema educativo.
Varios factores confluyen aquí: a) ruptura con la tradición; b) autonomía a ultranza y psicologización de las decisiones vitales de los sujetos y de las mismas instituciones; c) anomia escondida detrás de sistemas formales de legalidad y d) un dispositivo escolar cuyos escenarios “ritualistas”, “aislados” y de alguna manera conservadores y transmisores de los saberes entendidos como necesarios para el avance del grupo social, se encuentra en aguda decadencia y pérdida de sentido. Todo alrededor de la “escuela” parece ya no necesitar definiciones trascendentes y estructurantes que justifiquen el modo “escolar” de la enseñanza sino más bien éste se sostiene apenas en el imperio del relativismo cultural y la constante “opción personal” del educando y su familia, imbuidos de una lógica de mercado apabullante.


3) Redefinición del Trabajo Docente.

Inés Dussel, nos remonta a los orígenes de la labor docente “los maestros eran tales porque poseían las claves secretas de un oficio, con procedimientos y ritos gestionados y custodiados por los iniciados. El artesano se rodea de un halo mágico, cuida y retacea los pormenores que le permiten ejercer su oficio, y así se acerca al astrólogo, al mago, al alquimista que producen prodigiosas transformaciones. El “misterio” con el que maneja su saber, lo lleva a ocupar una posición de privilegio, y es un arte que se aprende gradualmente (…) Este arte implica dominar una técnica y saber ponerla en juego en situaciones particulares; es un saber idiosincrático, particular, que debe tener en cuenta múltiples variantes y que exige un criterio capaz de distinguir sutilezas y matices.” Del viejo “magíster” medieval, sobreviven la búsqueda de actuar como ejemplo y edificación comunitaria. El maestro debe ser guía y ejemplo moral.
"La “transformación del ser a partir del vínculo”, que emplifica Antelo en uno de sus artículos, no puede >carecer de intencionalidad, apetito de vincularse y promesa de transformación, más sobre todo ello, el arriesgado y abismal gesto de amor que debe necesariamente representarnos ese acto de “hacerse responsable”, intervenir en la formación de los hombres que son parte de nuestro tiempo, proveerles de los mitos fundacionales que les den sentido a su existencia al tiempo que de las herramientas para distinguir, discernir, optar y actuar en la búsqueda de lo Bueno para ellos mismos y su comunidad.
Antonio Caponnetto nos ilustra diciendo que “No es la vida del “hombre común” con sus “valores que cambian” lo verdaderamente histórico y educativo, sino el testimonio de aquellos que trascendiendo las contingencias del devenir, de la dispersión, de lo aparente, de lo cotidiano, han hecho de su vida y de sus acciones, un modelo de contemplación perdurable”.

Entendemos entonces que esta revisión y redefinición de la tarea docente, no podrá concretarse sin una profunda reforma política que contemple la perfecta legitimidad de un enfoque mitológico de la educación, dirigiendo los esfuerzos y medidas gubernamentales a resignificar y dignificar la labor docente, superar los paradigmas del mercado y afrontar con madurez política y social la terrible y vital responsabilidad de sostener al Hombre en todas sus dimensiones, en una sociedad compleja en sentido negativo; contando para ello con las herramientas de la ciencia y la tecnología, pero permitiéndonos de una vez como sociedad, revitalizar nuestros vínculos con lo trascendente que habita en el hombre, y fuera de él.

Esto no será posible sin una seria disciplina política y social, una reestructuración de las prioridades comunitarias, una política económica que redistribuya los ingresos reposicionando la labor docente adonde merece estar, una purificación de los contenidos mediáticos, entre otras cosas que en definitiva conlleven a que los “dispositivos” educativos de nuestro tiempo, no respondan ni a una determinación arbitraria y cerrada del hombre ni a un individualismo en el paroxismo de su expresión, ni se someta a supersticiones de toda índole o a los mandatos de un mercado frío y salvaje.
Decisiones, en definitiva, que se hallen a la altura de las circunstancias que las requieren, y sean tomadas con conciencia y compromiso, desde todas las esferas de la vida comunitaria, por cada uno de aquellos que tenemos en nuestras manos, marcar, nuevamente en la historia, una diferencia.

Ha sido seguramente algo tedioso si has llegado hasta aquí, pero es mi humilde homenaje a quienes dignifican el espíritu humano y nos hacen más libres, mientras nos sostienen de las manos...