jueves, 10 de diciembre de 2009

Dolor de nostalgia.

Se dice por ahí que estamos llegando al momento en que muchas cosas van a reeditarse... mejorar, volver a empezar tal vez... pero no se ustedes... a mi me parte el corazón la nostalgia de los tiempos idos, con esa particular certeza personal de que hemos cortado las amarras de mucho más de lo que debería haber sido.


Un artículo de Eduardo Galeano




Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.
¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después!

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.
¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.
Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.

Hasta aquí Eduardo Galeano

domingo, 19 de julio de 2009

A mis Amigos.-


"Sólo se conocen las cosas que se domestican" - dijo el Zorro.


“La primera idea se me ocurrió a principios de la década del setenta, a propósito de un sueño esclarecedor que tuve después de cinco años de vivir en Barcelona. Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intenté acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una serenidad terminante que para mí se había acabado la fiesta. “Eres el único que no puede irse”, me dijo. Sólo entonces comprendí que morir es no estar nunca más con los amigos.”

Segmento del Prólogo a su obra “Doce Cuentos Peregrinos” de Gabriel García Márquez"

Cuando leo esa frase me embarga una breve pero angustiante sensación, con inexpresables emociones mezcladas que surgen de pensar una vida sin amigos, o una despedida completa, un final. Son sensaciones que hacen temblar al corazón y hasta llaman a las lágrimas. Y en un sentido contrario, esa frase obliga a pensar en lo inmenso, abismal del sentimiento de la amistad. Porque pensar en una muerte definitiva de los lazos genera un vacío en el pecho pero a la vez fuerza a reconocer, a vislumbrar, a recordar (otra vez, porque siempre es necesario) cuán maravilloso es tener amigos, cuán inmensamente valioso es poder llamarse uno mismo “amigo” de otra persona, de otra alma, de otro corazón. Pensar en la ausencia te obliga a repensar la presencia. Saber que no está, o pensar que podría no estar algún día, inevitablemente lleva a la conciencia de lo bueno, verdadero y bello de tener amigos. De no andar los senderos de la vida, en soledad.

Cada palabra contiene mucho poder, y en cada persona repercute de modo diferente. Cuando yo pienso en morir, ¿cómo decirlo?.... precisamente creer que al morir se acaban los amigos, para mí sería como un suicidio doloroso. Porque implicaría pensar que al morir se acaba el amor, que al morir se esfuma lo vivido, que los recuerdos se transforman en sólo eso, a secas, recuerdos. Nada más. Nunca más.

Yo no puedo afirmar eso, sin morir. Y tal vez cuando muera obtendré las respuestas a tantos interrogantes, que nadie ha respondido hasta hoy.
Hoy quiero pensar que mi muerte no implicará la muerte del vínculo. Quiero creer que estar sin amigos es como morir, pero que la muerte no se lleva con ella, a la amistad.
Quiero creer que el amor y la amistad no mueren nunca. Así de simple, y así de profundo.
Y quiero más, quiero pedir que las fuerzas externas e internas a mí misma me doten de aquello que necesito, y mi inteligencia y mi voluntad me sirvan como instrumento, para que, aunque sepa (o crea) que el amor no termina con la muerte, honre a mis amigos, a mis seres queridos, cada día, como si fuera el último, como ellos me honran a mi.

miércoles, 8 de julio de 2009

Cada día que fueron, cada noche que son, cada amanecer que SERÁN.

Capitán de Navío José Arca, horas después de eyectarse de su avión.
Fuente de la Imagen: Foros Zona Militar.
Posteada por el forista Gerardo AML90 Veterano de Guerra de Malvinas

Los días 1 y 2 de julio, en las instalaciones generosamente cedidas del Jockey Club sito en calles Mendoza e Irigoyen de la ciudad de Corrientes, se llevaron a cabo las PRIMERAS JORNADAS MALVINERAS 2009, organizadas por la Federación de Veteranos de Guerra, la Agrupación Defensa del Ser Nacional, entre otras.
En estos dos días, ante un numeroso grupo de gente, entre ellos militares en actividad y retirados, familiares y ex combatientes de Malvinas, público en general, el periodista que fuera corresponsal de Guerra, Nicolás Kasanzew hizo la presentación de su último libro con fotos inéditas de la guerra, "La Pasión según Malvinas". Al día siguiente, honraron al auditorio con su presencia, dos verdaderos héroes de la patria, que han sido condecorados con las más altas distinciones que otorga el Ejército Argentino, aviadores de la Armada, ellos relataron sus experiencias e ilustraron brillantemente al auditorio con las explicaciones de diversas maniobras aéreas durante la guerra, que fueron sin lugar a dudas, además de inéditas varias de ellas, heroicas a más no poder, y dignas de la admiración y el respeto, principalmente, de quienes en ese momento eran sus enemigos.
En un silencio profundo, se escucharon las palabras de los disertantes, y pasó el tiempo sin darnos cuenta. La pasión por su trabajo, la pasión por la verdad, la reivindicación de los héroes vivientes y de los que ya no están, de la voz de Nicolás Kasanzew, fue fielmente aparejada por las experiencias del Capitán de Navío José Arca, quien nos ha transportado a un tiempo donde el corazón latió mas fuerte, donde la Patria asumió un verdadero sentido y donde más allá de políticos, falsedades o intereses de toda índole, la ciudadanía supo discernir lo Bueno, lo Bello y lo Verdadero que contiene, y siempre contendrá, el gesto heroico de defender la soberanía, el orgullo de la misión cumplida, aunque no se regrese victorioso, y el profundo y perenne acto de sublime amor y sacrificio que representa el juramento de morir, por el suelo y por los amigos.
Escucharles, nos ha hecho replantearnos muchas cosas, a pesar de la fuerza mediática de aquel momento, y de los años subsiguientes, no obstante en los ultimos años se ha visto emerger documentales de tiraje internacional que afirman lo que Argentina negó durante mucho tiempo y que no es otra cosa que los datos reales, estadísticos y documentados, de que se estuvo a poco de ganar la guerra, y que la Aviación Argentina infrinjió severísimos daños a la Armada Inglesa, en misiones de absoluto arrojo, improvisadas incluso, rayando en la locura de sus pilotos, dignas de los más altos reconocimientos, los que, paradójicamente, recibieron en muchos lugares, más que en su propia patria.

La "conciencia colectiva" de una patria decadente, ha sido vapuleada, desde hace más de 27 años, pero específicamente, hace 27 años, por una campaña mediática y poderosa que pretende desprestigiar precisamente aquello que nos hace grandes, que nos identifica y nos hermana. En la vorágine del "nivelemos para abajo", de las falsedades históricas, los detalles ocultos, las fotos que no se muestran, las voces silenciadas. Tres hombres, y el trabajo de muchos más que los invitaron y homenajearon, han reivindicado, desde la humildad de su día a día, de sus esfuerzos cotidianos y de su experiencia, a todos los hombres y mujeres orgullosos de su herencia, dignos de su porvenir, valientes y sublimes en el sacrificio de entrega por algo más alto, mas eterno que la propia individualidad, que no es otra cosa que la Patria, y el Honor. A esos hombres y mujeres, militares y civiles que supieron estar a las alturas de las circunstancias, los han vestido de gloria las palabras de estos disertantes y - dejando a criterio del lector, la inquietud de saber más, y bien, sobre aquello que es y será parte de nuestra historia, de esa historia que nos hace grandes- rescato simplemente la potente afirmación del final de la primera jornada, en la voz de Nicolás Kasanzew, que dijo "Peleamos, y perdimos... ¡PERO PELEAMOS!"

Recomiendo pasarse por aquí: www.los55.com.ar

miércoles, 24 de junio de 2009

Contrastes urbanos.

Una tontería... subí al colectivo de camino a casa desde el trabajo... y como es común ultimamente, habitado en su parte trasera por especímenes semejantes a orcos con sus guturales sonidos y chillidos ensordecedores.... de lo que lejanamente se asemeja al idioma castellano... y se inunda constantemente de una bestial, macabra... imitación vulgar y vacía de lo que alguna vez en algún tiempo fue llamado "risa"....

Frente a mi... quizás por haber pasado cerca de alguna escuela para chicos especiales... dos parejas de chicas sordomudas, o hipoacúsicas o lo que fuere... una de ellas quedó de pie, sin poner cuidado a nada alrededor que no sea su interlocutora... como además es necesario porque deben mirarse para oírse... se dedicaron intensamente a conversar... usando las manos...



Llenaron mis retinas de movimientos de todo tipo y formas que yo claramente, desconozco.
¿quién me asegura que la conversación hubiera sido agradable de escuchar? pero pensé que aun si fuere algo semejante a lo que escuchaba desde detrás... lo prefería... porque además de conversar... sin interferir en absoluto en la calma o intimidad de las demás personas alrededor... (sin que por esto ignore lo difícil que pueda ser para ellas no poder interferir de modo audible)... sin alterarse ni inmutarse por las miradas curiosas (como la mía)... ellas además... parecían dirigir una orquesta invisible y una música sin tiempo ni espacio... era sin ser... relajante... y llena de vida y de color.


Pensé entonces, otra vez...que preferiría mil veces observar su silencio cargado de palabras... que escuchar forzosa y tristemente el graznido estridente y agudo de la decadencia de una raza.

sábado, 4 de abril de 2009

Muchos hablan sin saber y Argentina es uno más de los países en donde reina la opinión vacía, de cualquiera sobre cualquier cosa, dañina y superficial...

Arriesgo a pensar que es importante, cuando menos importante parece, tener presentes las palabras de quienes verdaderamente saben de lo que hablan.

A 27 años de la Gesta de Malvinas:

Discurso del ContraAlmirante (R) Carlos Büsser

Hace veinticinco años, a esta hora, la bandera argentina ondeaba en todos los mástiles de Puerto Argentino. La recuperación de las islas era un hecho consumado. El gobernador británico y las fuerzas militares que lo respaldaban se habían rendido y estaban en pleno proceso de ser evacuados para su entrega a la Embajadora de Gran Bretaña en Montevideo. Se había cumplido rigurosamente la condición impuesta por el gobierno argentino de no causar ningún daño ni bajas a los habitantes y soldados británicos ni a las instalaciones de las islas. El precio pagado por la Argentina era la vida del Capitán Giachino y las graves heridas sufridas por el Cabo Enfermero Urbina y el Teniente García Quiroga. La acción decidida y enérgica del grupo al que pertenecían había forzado la decisión de rendirse del gobernador británico. Debe afirmarse con absoluta seguridad que fue Giachino con su agresiva acción, arrastrando a sus hombres hasta la propia casa del Gobernador británico el que provocó su rendición, al someterlo a la presión directa del fuego de sus armas, que tiraban a la parte superior de la ventana de su propio despacho con el propósito de quebrar su voluntad de resistir, pero tomando precauciones para no herir a nadie. Tuvo éxito y logró que el Gobernador pidiera parlamentar. Cuando yo concurrí a ese lugar, su voluntad estaba quebrada y no necesité ningún esfuerzo para lograr su rendición. En ese momento Giachino yacía herido y moribundo. Gracias a su acción habíamos conseguido que la rendición fuera temprana y antes de que se produjera un combate generalizado que ocasionaría muchas bajas. Con su sacrificio Giachino salvó las vidas de muchos de los que estábamos en ese lugar. Al morir, nacía un héroe. Es una lástima que los argentinos no hayamos reconocido todavía en toda su magnitud el mensaje de valor y de entereza que nos legó, recordándolo sólo por ser el primer caído en el conflicto de 1982, en lugar de incorporar el ejemplo que nos dejó, como un verdadero valor moral de conocimiento generalizado. Esta es una deuda que todos nosotros tenemos con nosotros mismos.
La característica básica de la operación de recuperación de las islas fue la hidalguía con que se comportaron todos los integrantes de las fuerzas argentinas respecto a los soldados y pobladores británicos, característica que subsistió durante todo el período que se prolongó hasta el 14 de junio.
El 2 de abril e 1982 cesó la usurpación británica iniciada en 1833. Las islas Malvinas volvían al seno de la Patria y el 3 de abril ocurría lo mismo con el archipiélago de Georgias del Sur, donde caían el Cabo Guanca y los conscriptos Aguila y Almonacid, también sin que se causaran bajas a los británicos.
Tan pronto las islas estuvieron aseguradas, la Fuerza de Desembarco regresó al continente, permaneciendo en las islas sólo una reducida guarnición militar argentina. >La población argentina reaccionaba fervorosa y entusiastamente mostrando en las calles y plazas de toda la República su alegría por la acción realizada. Y la dirigencia argentina manifestaba su adhesión a lo hecho por el gobierno argentino.<
Pero en Londres, el mismo 3 de abril, se anunciaba que se enviaría una fuerza de tarea que incluía una Brigada de las mejores tropas británicas, con el propósito de reponer las islas bajo el control del Reino Unido, lo que con tales fuerzas hubieran logrado sin mayores problemas ni demoras. Ante esas informaciones, nuestro gobierno decidió enviar a las islas una Brigada de infantería que obligara a Londres a reforzar los efectivos que estaban anunciados, con lo que le provocaría demoras que darían mayor tiempo para negociar. Los británicos doblaron su apuesta, destacando una segunda Brigada, lo que a su vez fue respondido en forma equivalente por Buenos Aires, con la misma intención de lograr más tiempo para negociar. Era evidente que Gran Bretaña buscaba provocar un enfrentamiento militar, amparada en el apoyo de toda índole que a esa altura ya le brindaban los Estados Unidos.
El período de mediación del Secretario de Estado de los Estados Unidos sirvió para que Gran Bretaña acercara su fuerza de tarea al Atlántico Sur, simulando una negociación que siempre trabó poniendo una exigencia inaceptable: el reconocimiento del derecho de los habitantes de las islas a hacer valer sus deseos en la solución de descolonización a que instaba la Asamblea General de la ONU. Hoy sabemos que desde el primer día de su gestión, el General Haig había manifestado a la señora Thatcher que los Estados Unidos apoyarían a Gran Bretaña, a la vez que se le entregaba toda clase de abastecimientos, armamentos e información mientras presionaba al gobierno argentino para que aceptara las imposiciones británicas. De modo que su aparente intento mediador fue nada más que una pantalla para encubrir la violación británica de la Resolución de las Naciones Unidas que ordenaban el cese inmediato de las hostilidades, teniendo en cuenta que para esa organización, el desplazar fuerzas con la intención expresa de ejecutar hostilidades, es un acto de hostilidad. A fines de abril Gran Bretaña había colocado su fuerza en el teatro de operaciones, y repito, violando con ese desplazamiento el mandato de las Naciones Unidas de no ejecutar actos de hostilidad. Y Haig hizo durar su gestión hasta que el Reino Unido estuvo listo a atacar. Fue entonces cuando dio por finalizada su tarea.
Hasta ese momento nadie hablaba de una guerra por las Malvinas, porque la acción del 2 de abril había sido tan controlada para no causar daños que no era considerada como una acción de guerra. Si no hubiera habido un ataque británico posterior, nadie hubiera dicho que el solo acto del 2 de abril fue una guerra. Pero los ataques que se desarrollaron desde los últimos días de abril en las Georgias, y fundamentalmente los bombardeos a Puerto Argentino del 1° de mayo, nos mostraron la evidencia de que estábamos en guerra con Gran Bretaña apoyada por los Estados Unidos. Cuando pareció que la gestión mediadora del Presidente del Perú podría conducir a una esperanza de paz, Gran Bretaña decidió hundir a nuestro portaaviones en cualquier lugar del océano donde se encontrara, para lo que destacó un submarino nuclear con esa misión. Al fallar éste en el intento de localizarlo, la señora Thatcher ordenó el hundimiento del Belgrano el 2 de mayo. Y así se frustró la mediación peruana. El posterior intento del Secretario General de las Naciones Unidas, Pérez de Cuéllar, fue sólo otra simulación británica de negociación. Tan pronto las tropas británicas llegaron al teatro de operaciones, el 21 de mayo comenzó su desembarco en las playas de San Carlos. A partir de ese hecho el enfrentamiento militar terrestre tenía fecha cierta.
Y la Argentina confirmaba su decisión de defender las islas que había recuperado el 2 de abril. Que el enemigo sería superior en medios ya se sabía. Pero los pueblos van a la guerra en dos circunstancias determinadas: cuando están seguros de ganar o cuando son atacados. La Argentina fue atacada en las Malvinas por Gran Bretaña, que estaba segura de ganar, y por esa razón hubo guerra. Porque nos defendimos. Cada vez que alguien manifiesta que no debimos luchar porque el enemigo era superior, hay que recordarle las muchas veces que en nuestra historia hemos luchado contra un enemigo superior, varias veces británicos, y que en oportunidades hemos resultado victoriosos y en otras hemos perdido, pero donde nunca mostramos la cobardía que hoy se propugna como que pudiera haber sido una salida salvadora.
Producido el ataque británico y la resolución argentina de defender la integridad de nuestro territorio, comenzaron las acciones militares en proximidades del archipiélago y poco después, dentro del mismo.
>Creo firmemente que la decisión de defender las islas contra ese enemigo que se sabía era superior, es una de las circunstancias más trascendentes de nuestros últimos años del siglo XX. Pudimos retroceder y no combatir amparándonos en el argumento de que el enemigo era superior. Y hoy, veinticinco años después, estaríamos tratando de justificar ante el mundo nuestra propia cobardía. Luchamos porque fuimos atacados. Nos defendimos duramente y en su momento el mundo reconoció nuestro valor como nación, aunque los medios de comunicación no mostraran en toda su integridad ese sentimiento. La prueba de ese reconocimiento a nuestra lucha lo dio el voto de los Estados Unidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas a fines de 1982, cuando todavía Gran Bretaña no había terminado de ejecutar todas sus operaciones militares, apoyando la Resolución que instaba a los dos países en pugna a negociar la cuestión pendiente de soberanía. Fue la primera vez que Estados Unidos votaba a favor de una resolución de esas características poniéndose del lado de la Argentina , y lo siguió haciendo hasta que el gobierno argentino dejó de presentar el proyecto respectivo en 1989.
Todos esos reconocimientos se originaron en una misma y sola cosa: peleamos con dureza y con valor por lo que creíamos que era nuestro.
Y en esos días se pusieron de manifiesto numerosos actos de valor y de excepcional profesionalidad. Nuestros aviadores fueron una imprevista pesadilla para la flota británica, que jamás había sufrido tantas bajas en un período tan reducido. Eran los mismos aviadores que burlaban repetidamente el bloqueo británico llevando elementos imprescindibles a las islas cada vez que era necesario. En el mar se vio a un Capitán Gómez Roca buscando un piloto que había sido derribado el día anterior, entrando en la zona dominada por la flota británica y entregando su vida mientras trataba de encontrarlo. La eficiencia de la tripulación del Belgrano durante la evacuación del buque, y la abnegación y el coraje de los que fueron a rescatarlos, permitió que se salvaran muchas vidas valiosas. La entrega de nuestros soldados durante la lucha terrestre fue reconocida por un enemigo que no es generoso en el elogio.
Recordemos algo más de los hombres que combatieron en la guerra por las Malvinas, las Georgias y las Sándwich del Sur. La mayoría, como es normal, fueron militares, incluyendo en ellos a los soldados conscriptos que estaban incorporados en ese año, Y a su lado estuvieron presentes hombres de las fuerzas de seguridad y policiales que evidenciaron en muchos casos su valor, su entrega y su entereza. Pero hubo otros hombres, muchos, que siendo civiles, pero sabiéndose argentinos que tenían la obligación constitucional de armarse en defensa de su Patria, acudieron voluntariamente a prestar servicios en buques mercantes y pesqueros, en aviones y en otras actividades que contribuían al esfuerzo defensivo argentino. Todos ellos conformaron las fuerzas argentinas. Todos ellos arriesgaron sus vidas para defender la integridad del territorio nacional. Concurrieron al teatro de operaciones sin pedir nada a cambio. No pusieron condiciones. No hicieron reclamos. Sólo ofrecieron sus vidas y su entrega de cada día. Y al volver no se quejaron por no haber sido recibidos como los héroes que eran, ni reclaman dádivas o favores, sino que han mantenido un comportamiento de ejemplar y altiva dignidad.
Y el enfrentamiento militar de 1982 se perdió. La guarnición argentina no pudo resistir el ataque británico y debió rendirse el 14 de junio. En esa oportunidad se presentó un hecho que debe destacarse siempre.

Se rindió la guarnición militar de las islas, pero no se rindió la Argentina. Los británicos no le pudieron arrancar a la Argentina ninguna concesión como consecuencia de su victoria militar en las islas El gobierno argentino no firmó ningún documento de rendición, ni hizo ninguna concesión al británico. Se mantuvo firme en su posición de que el conflicto no había finalizado, no reconoció que hubieran cesado las hostilidades y eso obligó a Gran Bretaña a mantener durante mucho tiempo su esfuerzo defensivo en las islas con los costos y los problemas consiguientes. No perdimos una guerra. Perdimos la batalla por la defensa de las islas. La victoria militar británica fue tan mezquina, tan corta, tan marginal, que Gran Bretaña no nos pudo arrancar una sola concesión ni obtener una sola ventaja. Quedaron con la posesión de las islas que todavía hoy están en disputa y la Argentina siguió desde el mismo 14 de junio, reclamando lo que había reclamado desde 1833 hasta el 1° de abril de 1982.

Muchas veces un enemigo superior puede ser vencido por el que se encuentra en una aparente inferioridad. Cuando los pueblos son atacados como lo fue la Argentina en 1982, sólo les quedan dos posibles caminos: o pelean hasta donde pueden, o se entregan a la voluntad de su enemigo sin intentar defenderse. Cuando pelean bravamente por lo suyo, esos pueblos son respetados por otros pueblos que rápidamente comprenden y reconocen su esfuerzo y su sacrificio. Cuando los pueblos no luchan por lo suyo son rápidamente despreciados y pierden el respeto de sus pares, situación que tiene importantes consecuencias, porque a partir de ese momento todos saben que les podrán disputar o exigir cualquier elemento o ventaja, porque siempre serán proclive a ceder frente al que vean decidido o exigente.

Las guerras a veces se ganan y otras veces se pierden. Pero lo que un estado nacional no tiene derecho a hacer es a perder su propia posguerra, aunque en ella el enemigo nos aplique su superioridad o mayor experiencia en diferente aspectos. Tenemos el ejemplo admirable de países, vencidos o vencedores, que fueron devastados por las guerras y que se levantaron después del conflicto reconstruyendo sus estructuras, sus economías, sus culturas fundados en su propia fortaleza y en la clara comprensión que sus dirigentes tenían de sus respectivos intereses nacionales. Nosotros estamos mostrando que el odio insensato que se aloja en el corazón de algunos argentinos, unido al oportunismo perverso de otros, ha regido sus conductas desde el fin de los enfrentamientos militares de 1982, lo que afecta la buena solución de nuestra reivindicación territorial.
La usurpación británica que hoy impera en las islas se debe a una nueva usurpación, producto de un nuevo acto de fuerza y de una nueva violación del derecho internacional. Cometen un grosero error aquellos que afirman que los británicos usurpan las islas desde 1833. La de hoy es una nueva usurpación, cometida por el mismo usurpador, en junio de 1982.
Ayer domingo hemos leído ediciones de los dos periódicos de mayor tiraje de la Argentina con numerosos artículos donde se ve un renovado esfuerzo desmalvinizador. Todo el esfuerzo argentino parece que estuvo mal. Todos los propósitos argentinos parecen haber tenido una motivación espuria. Pero esas lecturas nos deben alegrar y motivar. Si se las interpreta bien, ellas nos están indicando que no hemos sido suficientemente desmalvinizados, que el esfuerzo desmalvinizador que nuestro enemigo lleva a cabo desde 1982 no tiene el éxito deseado, y que es necesario retomarlo. Por eso es ese reverdecer de la desmalvinización.
Este aniversario nos obliga a reconsiderar todos los errores que hemos cometido a lo largo de los años que corrieron desde 1982 hasta hoy, y los que todavía hoy cometemos. Debemos seguir demostrando al usurpador que nunca lo dejaremos disfrutar tranquilo de su usurpación. Que nunca podrá bajar la guardia, porque tan pronto como lo haga estaremos dispuestos a una nueva recuperación de las islas, por los medios que en ese momento sean los más apropiado




Fuente del video: http://www.youtube.com/watch?v=PkIpi9DqXxc

sábado, 7 de marzo de 2009

Un oficio inmortal...


Esto no es poesía, Profesora, y usted ya sabe de lo que hablaré, pero está esencialmente sostenido por eso que usted sabrá reconocer... y que no es otra cos a que la verdadera "docencia", la que mi Madre me enseñó a fuerza de verla "vivir" y la que Usted junto a otros durante el camino, me hicieron recordar y agradecer.



A María Delia Cabral, y en ella a todos los docentes de la historia.

En este post, luego de algún tiempo de ausencia, y retornando en nuestro país los alumnos a las instituciones educativas de todos los niveles... he releído un Trabajo que constituyó nuestra evaluación final en la materia Pedagogía, la primera que felizmente hemos cursado quienes estamos cumpliendo el curso de Profesorado en Ciencias Jurídicas que otorga la Universidad Nacional del Nordeste a través de su Facultad de Humanidades, con sede en Resistencia, Chaco.

Además de las impresiones personales que han sido muchas y gratas, de ese primer "trimestre" en el curso, en esta oportunidad dejaré caer por aquí unos segmentos de ese trabajo final que, he de decirlo - fiel a mi estilo- nos ha merecido una excelente nota, pero además de eso, y a pesar de su formato y contenido más bien académico que no erudito, creo que expresa cosas que son importantes de expresar.

Aquí algunos segmentos que organizaré tras los tres tópicos que fueron la consigna de trabajo de esa presentación final.

1) Pedagogía Post Tradicional y persistencia de las Tradiciones.

Hemos despreciado al hombre de pensamiento simbólico (1) y hemos devastado luego al hombre número, al hombre ciencia, al hombre de la razón. Sería hora de establecer las políticas de gobierno precisas y revolucionarias que de una vez comprendan y consideren al hombre cuerpo, espíritu y razón, dotándole de un “dispositivo” de enseñanza que se corresponda con sus talentos, particularidades y necesidades, al tiempo que lo muna de las armas justas para enfrentar con dignidad los embistes de la mercantilización de la vida humana.
Es el desafío de volver a nuestros ancestros, – como el Hijo Pródigo de la parábola bíblica – y rehacer los caminos que ya son otros, munidos de ciencia, tecnología y razón, pero con la humildad del hijo, del iniciado, del novato, que sabe desde siempre que nada en su propia vida tendría sentido si no hubieran sido anteriormente cultivados los suelos que pisan sus pies; y esperan justamente ser revivificados y renovados por su fuerza joven.

(1)El mito “constituye el modelo mismo de la mediación de lo Eterno en lo Temporal”. Durand citado por Philippe Meirieu. (Meirieu:1998)

2) El carácter político del Trabajo Pedagógico

El transmitir saberes es un acto de poder. La educación en sentido y métodos moderna, a la cual asistimos en su agotamiento y/o transmutación cumple precisamente una función “de gobierno” al formar determinado tipo de “hombre” para un determinado tipo de “sociedad”. Cuando los fundamentos, causas y situaciones conexas de esa sociedad, decaen, se alteran o modifican; ese “hombre” que era tal en función a dicha sociedad, pierde su sentido y se genera un quiebre fundamental en el sistema educativo.
Varios factores confluyen aquí: a) ruptura con la tradición; b) autonomía a ultranza y psicologización de las decisiones vitales de los sujetos y de las mismas instituciones; c) anomia escondida detrás de sistemas formales de legalidad y d) un dispositivo escolar cuyos escenarios “ritualistas”, “aislados” y de alguna manera conservadores y transmisores de los saberes entendidos como necesarios para el avance del grupo social, se encuentra en aguda decadencia y pérdida de sentido. Todo alrededor de la “escuela” parece ya no necesitar definiciones trascendentes y estructurantes que justifiquen el modo “escolar” de la enseñanza sino más bien éste se sostiene apenas en el imperio del relativismo cultural y la constante “opción personal” del educando y su familia, imbuidos de una lógica de mercado apabullante.


3) Redefinición del Trabajo Docente.

Inés Dussel, nos remonta a los orígenes de la labor docente “los maestros eran tales porque poseían las claves secretas de un oficio, con procedimientos y ritos gestionados y custodiados por los iniciados. El artesano se rodea de un halo mágico, cuida y retacea los pormenores que le permiten ejercer su oficio, y así se acerca al astrólogo, al mago, al alquimista que producen prodigiosas transformaciones. El “misterio” con el que maneja su saber, lo lleva a ocupar una posición de privilegio, y es un arte que se aprende gradualmente (…) Este arte implica dominar una técnica y saber ponerla en juego en situaciones particulares; es un saber idiosincrático, particular, que debe tener en cuenta múltiples variantes y que exige un criterio capaz de distinguir sutilezas y matices.” Del viejo “magíster” medieval, sobreviven la búsqueda de actuar como ejemplo y edificación comunitaria. El maestro debe ser guía y ejemplo moral.
"La “transformación del ser a partir del vínculo”, que emplifica Antelo en uno de sus artículos, no puede >carecer de intencionalidad, apetito de vincularse y promesa de transformación, más sobre todo ello, el arriesgado y abismal gesto de amor que debe necesariamente representarnos ese acto de “hacerse responsable”, intervenir en la formación de los hombres que son parte de nuestro tiempo, proveerles de los mitos fundacionales que les den sentido a su existencia al tiempo que de las herramientas para distinguir, discernir, optar y actuar en la búsqueda de lo Bueno para ellos mismos y su comunidad.
Antonio Caponnetto nos ilustra diciendo que “No es la vida del “hombre común” con sus “valores que cambian” lo verdaderamente histórico y educativo, sino el testimonio de aquellos que trascendiendo las contingencias del devenir, de la dispersión, de lo aparente, de lo cotidiano, han hecho de su vida y de sus acciones, un modelo de contemplación perdurable”.

Entendemos entonces que esta revisión y redefinición de la tarea docente, no podrá concretarse sin una profunda reforma política que contemple la perfecta legitimidad de un enfoque mitológico de la educación, dirigiendo los esfuerzos y medidas gubernamentales a resignificar y dignificar la labor docente, superar los paradigmas del mercado y afrontar con madurez política y social la terrible y vital responsabilidad de sostener al Hombre en todas sus dimensiones, en una sociedad compleja en sentido negativo; contando para ello con las herramientas de la ciencia y la tecnología, pero permitiéndonos de una vez como sociedad, revitalizar nuestros vínculos con lo trascendente que habita en el hombre, y fuera de él.

Esto no será posible sin una seria disciplina política y social, una reestructuración de las prioridades comunitarias, una política económica que redistribuya los ingresos reposicionando la labor docente adonde merece estar, una purificación de los contenidos mediáticos, entre otras cosas que en definitiva conlleven a que los “dispositivos” educativos de nuestro tiempo, no respondan ni a una determinación arbitraria y cerrada del hombre ni a un individualismo en el paroxismo de su expresión, ni se someta a supersticiones de toda índole o a los mandatos de un mercado frío y salvaje.
Decisiones, en definitiva, que se hallen a la altura de las circunstancias que las requieren, y sean tomadas con conciencia y compromiso, desde todas las esferas de la vida comunitaria, por cada uno de aquellos que tenemos en nuestras manos, marcar, nuevamente en la historia, una diferencia.

Ha sido seguramente algo tedioso si has llegado hasta aquí, pero es mi humilde homenaje a quienes dignifican el espíritu humano y nos hacen más libres, mientras nos sostienen de las manos...

martes, 6 de enero de 2009

Eclipse de Sol



El Eclipse Total de Sol del 30 de Agosto de 1905.


Desde que llegué a la frontera española empecé a oír los peores pronósticos. Una dama, que conversaba nada menos que con el príncipe viudo don Carlos de Borbón, que iba en el tren, afirmaba que había quien pagaba en Burgos mil pesetas diarias por alojamiento y comida. Que los trenes no admitían pasajeros, que el material rodante se había agotado, que…

Yo, pobre de mí, que había precipitado mi salida de Paris por el famoso eclipse; que tres meses antes no pensaba en otra cosa, me sentí eclipsarse todo mi buen humor y llegué a San Sebastián muy mohíno y cariacontecido.

Pero no sucedió absolutamente nada de lo que yo temía. En San Sebastián supe que en la noche del 29, a la medianoche, saldría un tren especial para Burgos, y claro está que una hora antes estaba yo en la estación. Esta jamás se había visto tan concurrida. Medio San Sebastián se había ido ya como había podido a la milenaria capital de Castilla la Vieja, y la otra mitad invadía el andén. Entre los mexicanos ahí presentes se hallaban el señor ministro de México, su primer secretario el señor Pardo y el ilustrísimo señor Montes de Oca.

A las ocho de la mañana todo el mundo estaba en Burgos, con una avidez… ¡pero qué avidez! En todas las caras se leía la expectativa ansiosa de un fenómeno jamás contemplado. El día era espléndido, uno de esos días de Castilla en que todo se dora y radia como bajo una lluvia de oro fundido. Pero a eso de las diez, gruesas nubes empezaron a opacar aquella enorme gloria matinal, y desde ese instante hasta el en que el fenómeno llegó a su totalidad. Dios sabe cuántas veces todos los espíritus suspensos flotaron con fluctuación dolorosísima entre el miedo y la esperanza.

Yo de mi sé decir que a eso del mediodía había perdido toda esperanza de ver el eclipse. El sol jugaba a las escondidas, sin piedad de aquel enjambre inmenso de sabios y de curiosos que con sacrificios sin cuento habían venido a la patria del Cid, de los cuatro rincones del planeta.

El astro, mordido ya en el corazón por la sombra invasora, semejaba un barco de fuego flotando en un revuelto océano de nubes.

Poco antes de la totalidad, en un solar cercado en toda su extensión, y al cual tanto el señor Pardo como yo habíamos logrado fácilmente el acceso, la familia real, el arzobispo de Burgos, el ilustrísimo señor Montes de Oca e innumerables personalidades más, presenciaban la ascensión de tres globos donde algunas comisiones científicas iban a observar el fenómeno. Los tres se elevaron sucesivamente con una lenta majestad y yo envidié a los afortunados que iban allá arriba, por encima de las nubes, a contemplar la celeste tragedia en toda su aplastante magnificencia…

El sol no era ya a la sazón más que un finísimo arco adamantino, a cada paso envuelto en la pertinacia de los vapores atmosféricos… Dos minutos más… un minuto más… medio minuto más de nublado y la totalidad se reduciría para nosotros a una obscuridad uniforme y sin encanto, como la que viene al caer de un día nublado, y nuestro largo viaje y nuestra fatiga y nuestra larga esperanza serían vanos y estériles…

En todos los ojos había despecho, cólera, desesperación… Pero de pronto, como si aquello hubiese sido arreglado por un gran metteur en scène, el sol penetró al único claro azul que habían dejado las nubes, y en ese instante, trece horas seis minutos cincuenta y siete segundos, empezó la totalidad… De todos los labios surgió un grito y todas las manos aplaudieron…

Y el inefable drama se desarrolló a nuestra vista…

Un disco negro a través del cual se escapaban pálidos o sonrosados rayos de gloria, de una gloria inexplicable, avanzó por la zona azul del cielo.

¿Cómo describir la luz cadavérica, nunca vista, absurda, temerosa, que alumbraba la tierra… y aquellas sombras violadas que sembraba sobre el llano… y el aspecto singularmente trágico de los rostros… y sobre todo, allá arriba, aquel divino conflicto, aquella máscara inmensa sobre la faz de Dios y las luces de aquella corona enorme, irregular, hecha de las protuberancias de hidrógeno inflamado, que forman como una inconmensurable y terrible cabellera al Apolo milenario y augusto…? ¡Qué cortos fueron aquellos tres minutos y cuarenta y dos segundos durante los cuales contemplamos lo que a tan pocos les es dado contemplar!... Recogidos, mudos, ansiosos, asistíamos al celeste espectáculo.

Huían los pájaros en bandadas, indecisos y llenos de espanto, temblaban los corazones…

Mas he aquí que un rayo maravilloso, de una vivacidad indefinible, de un brillo raro, de un colorido único, surgió de pronto fuera de la sombra… y aquel primer rayo fue tan bello, tan inesperado, tan sorprendente, de una magia tal, que hizo palidecer hasta el propio encanto, hasta la propia maravilla de la totalidad… ¡Los que tuvieron la dicha de ver el eclipse, jamás, jamás olvidarán ese primer rayo!

El sol había vencido… Apolo lanzaba su saeta de oro… El Creador nos volvía a sonreír con la eterna sonrisa de nuestro sol… El mundo subsistiría aún, prendido al hilo invisible de su centro radioso.

¡Y los cielos continuarían cantando la gloria de Dios!


Extraído de Poemas y Conferencias de Amado Nervo.