domingo, 19 de julio de 2009

A mis Amigos.-


"Sólo se conocen las cosas que se domestican" - dijo el Zorro.


“La primera idea se me ocurrió a principios de la década del setenta, a propósito de un sueño esclarecedor que tuve después de cinco años de vivir en Barcelona. Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intenté acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una serenidad terminante que para mí se había acabado la fiesta. “Eres el único que no puede irse”, me dijo. Sólo entonces comprendí que morir es no estar nunca más con los amigos.”

Segmento del Prólogo a su obra “Doce Cuentos Peregrinos” de Gabriel García Márquez"

Cuando leo esa frase me embarga una breve pero angustiante sensación, con inexpresables emociones mezcladas que surgen de pensar una vida sin amigos, o una despedida completa, un final. Son sensaciones que hacen temblar al corazón y hasta llaman a las lágrimas. Y en un sentido contrario, esa frase obliga a pensar en lo inmenso, abismal del sentimiento de la amistad. Porque pensar en una muerte definitiva de los lazos genera un vacío en el pecho pero a la vez fuerza a reconocer, a vislumbrar, a recordar (otra vez, porque siempre es necesario) cuán maravilloso es tener amigos, cuán inmensamente valioso es poder llamarse uno mismo “amigo” de otra persona, de otra alma, de otro corazón. Pensar en la ausencia te obliga a repensar la presencia. Saber que no está, o pensar que podría no estar algún día, inevitablemente lleva a la conciencia de lo bueno, verdadero y bello de tener amigos. De no andar los senderos de la vida, en soledad.

Cada palabra contiene mucho poder, y en cada persona repercute de modo diferente. Cuando yo pienso en morir, ¿cómo decirlo?.... precisamente creer que al morir se acaban los amigos, para mí sería como un suicidio doloroso. Porque implicaría pensar que al morir se acaba el amor, que al morir se esfuma lo vivido, que los recuerdos se transforman en sólo eso, a secas, recuerdos. Nada más. Nunca más.

Yo no puedo afirmar eso, sin morir. Y tal vez cuando muera obtendré las respuestas a tantos interrogantes, que nadie ha respondido hasta hoy.
Hoy quiero pensar que mi muerte no implicará la muerte del vínculo. Quiero creer que estar sin amigos es como morir, pero que la muerte no se lleva con ella, a la amistad.
Quiero creer que el amor y la amistad no mueren nunca. Así de simple, y así de profundo.
Y quiero más, quiero pedir que las fuerzas externas e internas a mí misma me doten de aquello que necesito, y mi inteligencia y mi voluntad me sirvan como instrumento, para que, aunque sepa (o crea) que el amor no termina con la muerte, honre a mis amigos, a mis seres queridos, cada día, como si fuera el último, como ellos me honran a mi.

1 comentario:

  1. Hermoso Lu! Gracias por las palabras que a menudo nos regalas... Feliz Día!!! Silvana Ortiz

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