lunes, 15 de diciembre de 2008

El Héroe que está solo.


Así fue como ocurrió todo, la noche en que Sebastián Copons degolló al holandés herido y yo aparté de mi hombro la mano del capitán Alatriste. Y así fue también como franqueé, sin apenas darme cuenta, esa extraña línea de sombra que todo hombre lúcido termina cruzando tarde o temprano. Allí, solo y de pie ante el cadáver, empecé a mirar el mundo de modo muy diferente. Y vime en posesión de una verdad terrible, que hasta ese instante sólo había sabido intuir en la mirada glauca del capitán Alatriste: quien mata de lejos lo ignora todo sobre el acto de matar. Quien mata de lejos ninguna lección extrae de la vida ni de la muerte: ni arriesga, ni se mancha las manos de sangre, ni escucha la respiración del adversario, ni lee el espanto, el valor o la indiferencia en sus ojos. Quien mata de lejos no prueba su brazo ni su corazón ni su conciencia, ni crea fantasmas que luego acudirán de noche, puntuales a la cita, durante el resto de su vida. Quien mata de lejos es un bellaco que encomienda a otros la tarea sucia y terrible que le es propia. Quien mata de lejos es peor que los otros hombres, porque ignora la cólera, y el odio, y la venganza, y la pasión terrible de la carne y de la sangre en contacto con el acero; pero también ignora la piedad y el remordimiento. Por eso, quien mata de lejos no sabe lo que pierde. [...]"

Extracto de Las Aventuras del Capitán Alatriste. "El Sol de Breda" de Arturo Pérez Reverté.

2 comentarios:

  1. Pero como estamos Doctora con la Filosofia. Como siempre, tu cabeza, esta por sobre la mia LEJOSSSSS...Besos

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  2. Quien mata de lejos no hiere de cerca.
    Quien mata de lejos no disfruta el esfuerzo del hombre contra el hombre.
    Quien mata de cerca y consigue prevalecer sobre el enemigo, lo hace por mérito de su fuerza y su coraje.
    Pero quien mata de cerca y es capaz de la compasión tanto como de la furia, ése se halla entre los guerreros de verdad y en el honor del acero. Aunque dicen que un guerrero de verdad no distingue la sangre de un buen vino...

    ¡Buen fragmento del capi, preciosa! ¡Un mordisco!

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